El aumento de la preocupación mundial por la odontología equina, se debe principalmente a la introducción de nuevos equipos veterinarios especializados y médicos veterinarios capacitados, que han descubierto una serie de anormalidades asociadas a complicaciones de diversa índole para nuestros equinos.

Hay cuatro razones que explican el reciente resurgimiento de la odontología equina:
- el descubrimiento de las enormes implicaciones que los problemas odontológicos tienen en el rendimiento deportivo.
- el actual régimen alimenticio de la mayoría de los équidos domésticos.
- los criterios actuales de selección genética.
- los avances tecnológicos permiten la aplicación de unas técnicas de trabajo muy eficaces y seguras.

 
en condiciones naturales, los caballos mastican hierba de 12 a 16 horas. Hoy en día la mayoría viven en cuadras, o en cercados sin pasto natural. Reciben alimento dos o tres veces al día, y su dieta está constituida por una alta proporción de granos o piensos compuestos, así que actualmente mastican muchas menos horas, y no desgastan correctamente la dentadura.
Las piezas dentarias se desgastan por frotamiento entre ellas y por el alto contenido en minerales abrasivos que se ingieren mezclados con la hierba. Para compensar este desgaste, los caballos disponen de unos dientes muy largos situados en profundos alveólos dentales, que van erupcionando a razón de aproximadamente 3 milímetros al año.
Los équidos que viven estabulados, mastican muchas menos horas al día, por lo que el desgaste de los dientes es menor, y con el tiempo se van perfilando piezas dentarias de tamaño excesivo, irregulares y con puntas demasiado afiladas, que limitan la capacidad de masticación y los movimientos mandibulares.
Para poder cumplir su tarea de una forma adecuada, los premorales y molares del caballo, actúan como una unidad funcional denominada “tabla molar”, que constituye eficaces superficies trituradoras.
Cuando un caballo mastica, la mandibula se mueve en forma circular y la comida es triturada entre las tablas molares, cuyas superficies son naturalmente rugosas y con los bordes algo cortantes, para poder así sesgar los tallos más fibrosos.
Además, no estan naturalmente diseñados para llevar una embocadura.
Los hierros fuerzan la mucosa de la comisura de los labios contra los primeros dientes (normalmente muy afilados) y frecuentemente la pellizcan creando incomodidad y muchas veces dolorosas heridas. Los dientes caninos y los “dientes de lobo” a menudo interfieren con la embocadura.


Síntomas de problemas dentales del caballo son:
• Pérdida de peso o dificultad para ganarlo.
• Dificultad o lentitud comiendo.
• Se le cae la comida de la boca al masticar.
• Cólicos frecuentes.
• Descarga nasal crónica.
• Protesta al colocarle la embocadura.
• Tiene dificultad para reunirse.
• “Se agarra” o “va rígido”
• Le cuesta flexionar hacia un lado.
• Ladea la cabeza durante el trabajo.
• Mueve la cabeza violentamente.
• Evita el “contacto”.
• Está muy irritable o está muy apático.
• Le molesta que le toquen cerca de las orejas.
• Presenta problemas de equilibrio.








Algunos de los problemas mas frecuentes en equinos deportivos son ganchos caudales y rostrales, lampas, puntas de muela, la presencia del diente de lobo, retención e 
Impactación de piezas deciduas (de leche).




En equinos que realicen actividad hípica se recomienda al menos 1 tratamiento de mantención al año.